martes, 21 de octubre de 2008

Relato de Begoña. Teneis hasta el 26 para participar y ganar las esposas y el pack de aceites de sabores, vagunos.

Donde te lleve el viento.
Hacía un día soleado, era su cumpleaños e iba a comer con Lola, el día parecía sonreírle. Le encantaba llevarla de paquete en su motocicleta, sentir sus manos en su cadera, parar en un semáforo y acariciar su pierna. En eso andaba pensando cuando la vio aparecer en el portal. Vestía cazadora negra y unos vaqueros ajustados que dejaban ver sus perfectas curvas, llevaba el cabello suelto como a ella le gustaba, salvaje, rizado, de un color caoba intenso, que se movía al ritmo de sus pasos, sus ojos radiantes, de un color miel que la hipnotizaban, mientras sus labios dibujaban una sonrisa. No podía mirarla sin sentir deseos de agarrarla, de atraparla, de no soltarla… Se la estaba comiendo con los ojos cuando escuchó: -¡¡Hola!!, ¿nos vamos?-. Lola sabedora de su deseo le estampó un suave y ligero beso en el cuello, dejando durante unos instantes que la envolviera su perfume.
Montaron en la moto, había reservado mesa en un restaurante con encanto de un pueblecito costero, y decidió que ese día bien se merecía coger la carretera de la costa para disfrutar de la vista del mar. El sol y la brisa se colaban por la visera de su casco, el tráfico fluía, el mar estaba azul y su motocicleta se deslizaba suave por el asfalto, acarició la pierna de Lola, todo le parecía perfecto.
Pocos kilómetros las separaban ya de su destino, de su encuentro romántico con Lola, de su mirarla a los ojos, de comérsela a besos…, sentadas en su mesa para dos, con un buen vino y una conversación susurrada al oído, le acarició la pierna como anticipo de lo que estaba por llegar y entonces, notó como ella buscaba el contacto con su piel, deslizando sus dedos alargados y finos bajo su ropa, acariciando su barriga dibujando formas geométricas, ascendiendo cautelosa hacía su pecho, rozando su pezón casi erecto, y estrechando su mano contra su pecho. Lola descendió… y haciéndose hueco por su pantalón acarició su sexo, tomándolo entre sus dedos, a su antojo, una y otra vez. Ella se sentía como si estuviera esposada a la cabecera de la cama, sin poder besar, sin poder tocar y brotando en su interior un fuego imparable. Mientras Lola recorría su cuerpo, el deseo crecía, y lo único que podía hacer era acariciar su pierna cuando la carretera se lo permitía. Y cuando parecía que Lola se retiraba, volvía a recorrerla despacio, jugando con sus pechos y luego con su sexo cada vez más y más húmedo.
Vio el acceso a un pequeño puerto junto a la carretera, el escape perfecto para saciar sus deseos, era su turno, y sin dudarlo se desvió de su camino, condujo hasta el lugar más remoto y paró el motor. Despojada de su casco, se giró para besarla buscando su boca, Lola la esperaba con una sonrisa pícara, provocadora, mientras sus manos continuaban recorriéndola. Giró su cuerpo todo lo que pudo y cogió su cara, besándola con pasión, sus manos se enredaban en ese pelo rizado que la volvía loca. Con gran habilidad, desabrochó su cazadora, el escote de Lola la reclamaba, comenzó a besarlo, y subió por su cuello despacio, hasta el lóbulo de su oreja, que mordisqueó con deleite, recorriéndola con su lengua. Mientras sus manos recorrían sus pechos bajo la camiseta. Desabrochó uno a uno los botones de su pantalón y buscó su pubis, acariciando con sus dedos sus labios, recorriéndolos, excitándolos. Lola, a su vez, besaba su cuello, recorría con sus manos sus pechos, su espalda, sus nalgas, y al final su sexo húmedo. Sus bocas se encontraron jadeantes, sus lenguas se buscaban una y otra vez, en un ritmo cada vez más rápido, la mano de Lola arañaba su espalda, mientras mordía su cuello, reprimiendo un grito de placer, su mano aferrándola, estaban cerca muy cerca, como le gustaba a Lola, sintiendo el palpitar de sus corazones al estallar.
Deseosa de seguir poseyéndola, bajaron de la moto, y condujo a Lola hasta el muro del espigón. Atrapando sus manos con las suyas la aprisionó contra la pared, y comenzó a besarla despacio, a recorrer su cuello, el hueco de su clavícula, el canalillo de sus pechos, la redondez de sus senos dibujada con su lengua, mordisqueando el pezón erecto. Bajó hacía su ombligo y jugó con su lengua por el borde de sus pantalones, deslizándolos ligeramente, recorriendo a lengüetazos la curva de su cintura. Subió de nuevo hacía su boca, mientras la besaba introdujo su mano en el pantalón, sonrió, le gustaba encontrarlo húmedo, esperándola, y comenzó a jugar con sus dedos, buscando su punto de placer. Lola cogió la iniciativa, poniéndola ahora a ella contra la pared, empezó a recorrerla primero con sus manos, y después con sus besos. Con su lengua comenzó a jugar con su pubis, dibujando círculos, luego con sus dedos. Sus bocas absorbían el aliento de la otra, sintiendo mutuamente su respiración, besándose, mordiéndose, hasta que el cuerpo se contrae y un último grito escapa de sus bocas. Exhaustas se dejan resbalar por la pared y caer en el suelo, mirándose a los ojos se sonríen, ante ellas las pequeñas embarcaciones se mueven al ritmo de las olas y sus velas tintinean con el viento....
Por cierto ... No te he comprado nada – sonríe Lola.
No importa, regálame lo mismo en todos los cumpleaños – rió ella.
¿Sabes como son los lavabos del restaurante?- preguntó Lola.
¡¡Hoy nos echan!!!- exclamo ella
¿Tu crees? ... Es que los lavabos tienen mucho morbo-

4 comentarios:

Jesús dijo...

Joer que nivel, así paso de escribir...
Ya me cuesta poner la verificación de palabra para poner este comment..snif

MorKa dijo...

Pero cuando se vota????!!!!!

Por cierto, salud@s a tod@s... Soy nueva por aqui... pero os leo :-))))

MorKa dijo...

Mi voto va para el relato de Begoña.. Simplemente me encanta

Quinla dijo...

Acabaré sacándome el carnet de moto XD... Pues eso que mi voto va para este Relato, el de Begoña..