jueves, 23 de enero de 2014

Ropa interior para seducir

Al igual que siempre hubo clases, se inventaron los colores. En este caso en concreto, para la ropa interior, que es lo que nos ocupa.

¿Qué me debo de poner si quiero triunfar como la coca cola?

En primer lugar, deshecha de tu armario todo aquello que se parezca al color carne, visón y similares. Quién te lo vendió se sacó el cursillo de merchadising en el merchadillo, o simplemente tenía muy mala baba, a secas. Ese color no es bonito. Según mi madre, es ideal y mucho mejor que el blanco para que no te transparente la lencería con la ropa clara, pero si lo que quieres es que te rellenen como a un pavo en Navidad; no será tu aliado.

El blanco sí es bonito, puesto que posee un toque angelical. Siempre y cuando no nos refiramos a una cautivadora bragafaja ni a un sujetador del estilo de los que llevaba mi abuela, por supuesto.

La ropa interior, cuanto más diminuta; mejor.

Si tienes mucho pecho, está bien llevar buena copa y aro para no acabar teniendo que dar toques con las rodillas; porque medir los tirantes es esencial. Antes de hablar de los colores que debes o no elegir, ten muy presente que es esencia llevar bien estrechitos los tirantes. Nada de no regularlos, paseando con ellos cedidos al máximo, porque tu escote quedará horrible. Tampoco los sustituyas por otros transparentes, salvo que te vaya el rollo choni de polígono. Mejor, si tu tamaño de pecho y la calidad del sujetador que te has comprado te lo permiten, llevar uno sin ellos en todo caso.

Pero como estamos hablando de lencería mona con la que has de parecer una diosa del sexo -en otros post aprenderás a serlo, para ello además hemos creado consultorio-, mi color fetiche a la hora de triunfar es el rojo.


Amo la lencería roja. Para mi gusto es la más sexy, sensual, bonita, femenina... Es un color que favorece a todas las mujeres y que realza el atractivo hasta de Fiona la de Shreck.

Un simple conjunto rojo, sin florituras ni encajes, hace guapa a cualquiera. Con los labios a juego y el pelo bien limpito y peinadito, la que no se come a su objeto del deseo es porque no quiere.


Mi segundo color favorito para la ropa interior es el negro. ¿Quién dijo que el negro era aburrido? Yo es que soy muy de vestir tipo fúnebre, será porque va a juego con mi pelo y hace contraste con mi piel nívea. Eso sí, sin parecer monster ni gótica, que todo tiene su punto justo, aunque cada una que sea lo que quiera. Es un color sobrio, elegante y sugerente. Nunca pasa de moda, va con todo y disimula imperfecciones. Que yo no soy de disimular, sino de presumir de virtudes y defectos porque nos tienen que aceptar tipo pack, pero bueno. Aquí creo que no hablamos de amor -necesariamente-...

El print de leopardo puede quedar de lo más poligonero según en qué prendas de ropa -nunca en los vestidos, que siempre serán de lo más sensual-, pero en un conjunto íntimo a tu pareja le apetecerá arrancártelo. Así como el de vaca es para encarcelar al diseñador, el leopardo es cálido, sugerente, atractivo.

La gama de los morados, burdeos, púrpuras... es una opción a tener muy presente. Al tratarse de tonos cálidos pero no chillones, hablamos de un doble juego a la hora de seducir. Absolutamente in para formar parte de nuestra colección de lencería guerrera.

El rosa palo es inocente y como tal juega a la sugerencia. Cuidado con confundirlo con el fucsia, una opción especialmente recomendada para las morenas de piel.


El blanco, según el diseño también puede ser bonito. El secreto está, como digo arriba, en el "menos es más". No a la ropa de abuela, ni a los grandes tirantes, ni a los sujetadores enormes, ni a las bragonas que te sirven de paracaídas. A mí es un color que me gusta mucho, porque tienta angelical, y que sobre todo en verano queda de pecado.

Los estampados, pues como los pimientos de Padrón, que unos pican y otros... ¡Ya sabéis! Los cuadros tipo escoceses siempre son bonitos, el mini encaje también, pero también existe cada venganza a evitar que para el día a día o para acudir al médico está bien... ¡y nada más! No porque esté a la venta es atractivo ni susceptible a la seducción. No seamos optimistas, que la autocrítica en estos casos es un bien de lo más preciado.

Bien, ¿no? ¡Pues manos a la obra!

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