lunes, 28 de enero de 2008
más lqlhns
Estaba sentado frente a ella, tocándose.
—¿Te vas a quedar?
—Es que hay gente en otras cabinas, hay gente en la sala, y puedo perder el trabajo…
Él le cogió la mano y, muy despacio y con suavidad, la acercó hacia su miembro.
—No te pases de listo porque todavía te echo.
Pero la besó, y ella no le echó.
Él deslizó las manos bajo la camiseta y deshizo en segundos el cierre del sujetador. Ella pensó que era mucho más hábil que las novias que había tenido, que normalmente se eternizaban procediendo a la misma operación.
—Ni se te ocurra quitarme la camiseta, porque si oigo ruido en la tienda tengo que salir disparada, y como para ir vistiéndome por el pasillo.
Y en ese momento se oyó un ruido de puerta al abrirse.
Se quedaron inmóviles, abrazados, con la película en pausa, esperando a escuchar el ruido de la puerta de la calle.
La puerta de la calle se cerró.
Se liaron a besos y arañazos como locos.
Él intentó desabrocharle la abotonadura de los vaqueros.
—Ni loco, para. No pienso hacerlo con gente en la tienda —susurró ella.
—¿Por qué no la pruebas? —Él también hablaba en susurros, y a ella aquello la excitó.
—Porque nunca he probado ninguna.
Cuando él escuchó esta confesión, su erección se tensó todavía más. Se deshizo en cuatro golpes de los pantalones y los calzoncillos, se sentó, completamente desnudo, en el sillón y paró la película.
Ella empezó a lamerlo muy, muy despacio, como si se tratara de un helado que un niño pequeño quiere hacer durar.
Él le acariciaba el pelo una y otra vez.
Se oyó un ruido. Ella paró en seco.
—Me estás volviendo loco.
Y la verdad es que ella veía en los ojos que se estaba volviendo loco, y que estaba a punto de acabar en cualquier momento. —Te advierto que ni en sueños vas a conseguir
de mí más que esto. —Tú no te preocupes, con esto a mí me sobra. Y se corrió. Y ella apartó la cara, asqueada. Y salió disparada al mostrador, donde la estaba esperando un tío que quería comprar unas bolas chinas. Cuando se las estaba cobrando salió el violinista de la cabina, con la camiseta puesta, y, tras dirigir a la dependienta una mirada cálida como el color de su pelo, abrió la puerta de la calle y desapareció.
Y ella pensó: «Nadie me va a creer cuando lo cuente».
Porque pensaba contarlo.
Vaya que si pensaba contarlo.
( del cuento LA MARIPOSA Y EL VIOLINISTA, escrito por ANDREA MENENDEZ FAYA e incluido en el libro LO QUE LOS HOMBRES NO SABEN, que te vas a comprar el 14 de febrero)
lunes, 21 de enero de 2008
http://loqueloshombresnosaben.blogspot.com/
ahí os lo dejo, venga, a pasarse y a seguir ahorrando.
sábado, 19 de enero de 2008
Juguetes acuáticos
Seguimos con un ya clásico entre los clásicos, el patito de goma vibrador. A mi la idea me parece cojonuda, por lo simpático, por lo resistente y por lo práctico. Es un pelín carillo, y más si compráis alguno que no sea el estandar (como el que os presento, Bondage, me encantaaa (L)), pero vale la pena, porque sí que es un vibrador al uso -eso sí, con una única velocidad-. El precio, de los 30 a los 40 euros. Hay también la versión Pingüino, para los más vanguardistas... yo qué queréis que os diga, prefiero el patito de toda la vida.
Más Lo que los hombres no saben
Una vez arriba, había empezado el baile sin mediar palabra. Él abrazaba, besaba, intentaba desabrochar o desnudar sin éxito, acariciaba con ordenado mimo las partes de su cuerpo al descubierto. Ella se revolvía, sin saber por qué. No era una resistencia activa, sino un arrastre mental, la demora del no convencimiento íntegro. De pronto se reía sin saber qué hacer, intentando darse tiempo para pensar. Pero cuanto más lo pensaba, una mayor incomodidad se cernía sobre ella. Cuando él había alcanzado su cuello y se lo lamía, y besaba su pequeña oreja, y se la metía en la boca y se la ensalivaba succionando hacia dentro, provocándole un tirante y sostenido latigazo, erizado, como si se la fuera a tragar entera, como si le fuera a sorber el seso, como si estuviera desatascándole el deseo, acumulado por largo tiempo en las cañerías, ella se desatornillaba de él, se arrastraba hacia otro lado, se daba la vuelta y se apartaba, como un niño inquieto que buscase la huida de un abrazo agobiante.
—Te gusta jugar, ¿verdad, princesa? —afirmó él, alegre y confiado, acercándose de nuevo a ella, atándole los brazos a la nuca para desenlazarle el nudo de los tirantes del vestido.
Extracto del cuento
DEJATE HACER
de Lola Beccaria
incluido en el libro
LO QUE LOS HOMBRES NO SABEN
de proxima aparición el
14 de FEBRERO, SAN CALENTIN
jueves, 17 de enero de 2008
Lo que los hombres no saben
Alicia pensó que tal vez aquel bebedor de vinos con leves esencias a plátano y vainilla había sido capaz de imaginársela por debajo de la ropa, de adivinarle el color de los pezones, el vientre, las tibias y los peronés; que le había seducido el lunar que le adornaba la parte izquierda del cuello y la pelusilla rubia de su mandíbula o quizá se había dado cuenta de que se le habían puesto de punta los pelillos de los brazos y de que sus ojos eran verdes y grises como las hojas de los chopos y que, cuando les daba la luz, se ponían amarillos y parecían avispas rodeando el agua de una piscina. Sin duda, el conductor se había percatado de su parecido con las imperfectas, turbias y reconcentradas actrices francesas. Tal vez, el conductor la hubiese visto como ella se veía en sus mejores momentos, tumbada en la cama, con la curva de su cadera como una media luna, en el escorzo de ponerse de lado; translúcida al salir de la ducha; con el torso compuesto de triángulos isósceles, cuando levantaba los brazos para desperezarse; sacando los morritos delante del espejo.
MARTA SANZ, Mariposas amarillas
Extracto del libro
Lo que los hombres no saben
Una antología de cuentos eróticos escritos por mujeres
que estará en las librerías en tan señalada fecha como el 14 de febrero,
¡¡SAN CALENTIN!!
miércoles, 9 de enero de 2008
TUYO
Primero, decir que hay un tanga con vibrador incluido cual mariposa de clítoris anteriormente presentada que hace las delicias de Angelina Jolie, y no sé qué estais esperando para comprarlo.
Y segundo, el TUYO:
Los que me conoceis diréis que me gusta porque se parece a la estrella de la muerte. Pues os equivocais (aunque no puedo negar que también). Me gusta porque es la perfecta digievolucion de la pluma. ¿Qué pluma? -pensaréis añadiendo un "...dice la loca de los huevos esta?"-
La pluma es la forma más antigua y barata que hay de conocer el cuerpo de tu pareja, y hasta el tuyo mismo: se trata de cojer una plumita de estas con las que decoran el rosco de pascua mismamente, o las largas que hay en los bolis (hasta yo tengo un boli rosa con plumas, asi que no digais que eso no existe); esa pluma la pasas despacito despacito por cada rincón del cuerpo del otro y así descubres los puntos en los que le hace cosquillas y en los que le hace más que cosquillas. Vale, muy antiguo, muy simple, pero a dia de hoy sigue funcionando, la prueba es este cacharro que ahí os presento.
Es una bola vibradora de unos 7 cm de diámetro que tiene 8 funciones distintas de vibracion. La rehostia, vamos. No tiene instrucciones. Vamos, sí , viene con un libro en el que te dicen como se enciende, se apaga, se cambian las pilas -meeec, defecto, no es de bateria- etc, pero no tiene una función clara: sólo lo que tu imaginación te dicte.
Hombre, yo si mi sobrino no me hubiera destrozado y movido mi colección de naves, a parte de buscar zonas erógenas en cuerpos ajenos y propios está claro que me iba a montar una buena escena de Star Wars, pero creo que se le pueden dar otros usos.
Eso si, el precio es caro de narices, porque si en Amantis lo tienen a 80, no quiero imaginarme a cuanto lo tendríamos nosotros en la tienda. Que por cierto, estamos de rebajas.